miércoles, 11 de abril de 2007

Bogota, Colombia

La capital colombiana era un misterio para mi. Además de saber que era de un tamaño considerable, no me hice ninguna expectativa sobre ella. Una tarde me bastó para borrar cualquier idea de la típica capital latinoamericana y darme cuenta que Bogotá es una ciudad muy limpia y ordenanda. Quizás el exceso de lluvia y el estar rodeado de cerros verdes hagan que uno tenga esa idea sobre Bogotá, pero la ciudad es bien tranquila. a veces, demasiado. Tan ordenada que sus calles no tienen nombres. Solo números y es muy fácil ubicarse en ella.
Los datos básicos de la ciudad es que en ella hay mucho ladrillo. Demasiado ladrillo. A veces hasta un poco aburrido el panorama de tanto ladrillo.
Luego de sacudirse del shock de un aeropuerto tan pequeño como lo es El Dorado, sorprende una vista rápida de la cuidad con tantas obras viales nuevas y buenas vias de acceso, aunque algunas calles se nota que les falta una mano de pavimento.
Dentro de las actividades y vistas obligadas de Bogotá, esta subir a la cumbre del cerro Montserrate, donde hay una linda iglesia, pero lo más importante es la vista panorámica de esta extensa metrópolis. Para acceder a ella el paseo es más entretenido aún, ya que hay que subir en un teleférico. La vista es sorprendente.
Justo debajo, en la base del teleférico está la Quinta de Bolivar, la casa que ocupó Simón Bolivar, libertador de este país y también de Venezuela. La casa, típica casa de hace doscientos años con un enorme patio, destaca por su sencillez y por su pequeño tamaño. Ad hoc con el 1,60 metros que medía Bolivar.
Otro de las vistas obligadas de la ciudad es el Museo del Oro, una de las más grandes colecciones de oro en todo el mundo y que rinde homenaje a los indios de esta zona, quienes hacían ritos a sus dioses con el precioso metal, lo cual impactó a los españoles que conquistaron la región. Está ubicado en pleno centro, a pocas cuadras de la plaza principal de Bogotá, donde están los edificios del Senado, el Banco de la República, la alcaldía y la catedral. La plaza siempre está resguardada por policías y militares, casi como todo punto en la ciudad.
A dos cuadras hacia el sur está el palacio Nariño, casa presidencial, custodiada como si fuera la Casa Blanca. con rejas y militares, donde es imposible tomar fotografías. Claro que yo no sabía y tomé una.
Y, como si fuera un pueblo, a pocas cuadras en calles empinadas, está el barrio La Candelaria, que es una isla lejos en la arquitectura típica de la ciudad llena de calles angostas, casas antiguas, etc. Muy atractivo perderse en sus calles y llegar hasta la plaza del Chorro Quevedo, donde se fundó Bogotá en 1536.
En resumen, una ciudad muy linda, tranquila y ordenada, salvo en la conducción en sus calles, pero es como un pueblo grande. No tiene espíritu de gran capital, sino un tranquilo pueblo de 7 millones de habitantes.

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